La primera vez de mi esposa

 El murmullo alegre de la fiesta resonaba en el salón, pero para Marcos era solo un telón de fondo. Sus ojos buscaban a Sofía entre el grupo de amigos, su esposa desde hacía quince años. Quince años en los que una fantasía persistente había crecido en su interior: verla entregarse a otro hombre. Sofía, con su piel canela, su cabello azabache ondeando sobre sus hombros y esa sonrisa que siempre lo había desarmado, era el centro de su universo. Y esta noche, después de incontables conversaciones tímidas y miradas cargadas de deseo reprimido, parecía que su sueño estaba a punto de hacerse realidad.

La excusa perfecta había sido la celebración del ascenso de Javier, un amigo íntimo de ambos. El alcohol corría generoso, las risas eran fáciles y la atmósfera relajada había creado una complicidad palpable entre los tres. Javier, con su atractivo varonil y su mirada pícara, parecía entender la tensión latente que existía entre Marcos y Sofía.

En un momento dado, mientras la música sonaba más suave y algunos invitados comenzaban a despedirse, Marcos sintió la mano cálida de Sofía en la suya. Sus ojos se encontraron y él vio en ellos una mezcla de nerviosismo y una excitación que nunca antes había presenciado.

"Subamos un momento", susurró Sofía al oído de Marcos, su aliento cálido erizando su piel. Él asintió, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Javier los siguió discretamente.

Una vez en la habitación, la puerta cerrada tras ellos, la atmósfera cambió drásticamente. La luz tenue de la mesita de noche creaba sombras danzantes en las paredes. Sofía se giró hacia Marcos, sus dedos desabrochando lentamente los botones de su camisa. Él la observaba, embelesado, mientras la tela se abría para revelar su sostén de encaje negro.

"¿Estás seguro de esto?", preguntó ella, su voz apenas un hilo.

"Más que de nada", respondió Marcos, su voz ronca por la excitación.

Sofía sonrió, una sonrisa que prometía placer y abandono. Se acercó a él y lo besó con una intensidad que lo hizo tambalearse. Sus lenguas danzaron, un preludio al baile más íntimo que estaba por comenzar.

En ese instante, Javier se unió a ellos, sus manos acariciando la espalda de Sofía por encima del encaje. Ella jadeó ante el contacto, sus manos aferrándose a los hombros de Marcos. La fantasía comenzaba a tomar forma, más real y excitante de lo que jamás había imaginado.

Los besos se multiplicaron, los tres entrelazados en un abrazo apasionado. Las manos exploraban sin pudor, despojando las últimas barreras de ropa. Sofía quedó en ropa interior frente a los dos hombres, su cuerpo curvilíneo brillando bajo la luz tenue. Marcos no pudo evitar admirar su belleza, la forma en que sus pezones se erizaban bajo la mirada de Javier.

Fue Javier quien rompió el silencio con una voz grave y sensual. "Eres preciosa, Sofía".

Ella se sonrojó ligeramente, pero no apartó la mirada. En cambio, se acercó a Javier y desabrochó su camisa, dejando al descubierto su torso musculoso. Marcos sintió una punzada de excitación al ver a su esposa tomar la iniciativa, dominando la situación.

Los tres terminaron desnudos, los cuerpos rozándose, la piel erizada por el deseo. Marcos tomó la mano de Sofía y la guio hacia el miembro erecto de Javier. Ella dudó por un instante, luego lo rodeó con sus dedos, moviéndolos con una lentitud sensual que hizo gemir a Javier.

"Ahora tú", susurró Sofía a Marcos, ofreciéndole su propia entrepierna húmeda. Él se inclinó y la lamió con avidez, sintiendo el sabor dulce y salado que lo enloquecía. Sofía arqueó la espalda, sus manos aferrándose a su cabello.

El sexo comenzó sin pudor, sin reservas. Javier tomó a Sofía por la cintura y la penetró por detrás, sus embestidas profundas y rítmicas. Sofía gritó de placer, su cabeza hacia atrás, su cabello azotando. Marcos se unió a la escena, besando su cuello, lamiendo su oreja, sus manos acariciando sus pechos.

Cambiaron de posiciones constantemente, explorando cada rincón de sus cuerpos. Sofía se colocó encima de Javier, cabalgándolo con movimientos lascivos, sus pechos balanceándose libremente. Luego se giró hacia Marcos, tomándolo en su boca con una destreza que lo hizo perder el control. Javier observaba la escena, su propia excitación creciendo ante el espectáculo.

En un momento de frenesí, Marcos tomó a Sofía y la levantó, sus piernas rodeando su cintura. Javier se unió a ellos, penetrándola por detrás mientras Marcos la embestía de frente. Los gemidos y los gritos de placer llenaron la habitación, un coro de deseo desatado.

Probaron todas las formas posibles de unirse, cada encuentro más intenso que el anterior. El sudor brillaba en sus cuerpos entrelazados, el olor a sexo llenaba el aire. No había límites, solo el deseo de explorar y complacerse mutuamente.

Finalmente, los tres alcanzaron el clímax al mismo tiempo, sus cuerpos temblando con espasmos de placer. Sofía gritó con fuerza, sus uñas arañando la espalda de Marcos mientras la leche caliente de Javier se derramaba en su interior.

Jadeantes y exhaustos, se desplomaron sobre la cama, sus cuerpos aún unidos por el sudor y la satisfacción. Un silencio denso y placentero llenó la habitación. Marcos miró a Sofía, sus ojos brillantes de una felicidad salvaje. Ella le devolvió la mirada, una sonrisa cómplice en sus labios.

La fantasía se había hecho realidad, superando todas sus expectativas. La noche de celebración entre amigos se había transformado en una explosión de deseo compartido, uniendo a los tres en una intimidad carnal que ninguno de ellos olvidaría jamás.


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