Mi madre, mi maestra
Mi madre, mi maestra
Vivíamos en casa mi madre y yo solamente; yo tenía para ese entonces 14 años; mi padre había fallecido hacía unos años atrás. Mi madre era una mujer muy hermosa; a sus 45 años tenía una figura muy conservada; le gustaba ejercitarse a diario. Era una mujer de pechos grandes, cintura delgada, ojos claros y de un gran trasero; yo solo la veía como mi madre y nunca me pasó verla de otra manera, pero sabía que ella era muy hermosa.
Una vez estando visitando la casa de mi tia, pude ver a mi prima sin ropa y desde ese día me dio mucha curiosidad las mujeres desnudas tenía yo para ese entonces 13 años, tanto así que en muchas oportunidades trate de ver a mi propia madre mientras se bañaba y lo podía hacer ya que aprovechaba cuando ella se bañaba para hacer que necesitaba entrar a orinar y allí verla pero nunca pude hacerlo no se si ella se daba cuenta o no de mis intenciones y por eso dejaba la cortina completamente cerrada.
En casa de mi tía, mi primo tenía una revista debajo de su cama, la cual escondía; mientras él no estaba, entré y la tomé. Tenía muchas mujeres desnudas; me la llevé a mi casa sin que se diera cuenta, jejeje.
Cuando llegué a mi casa, entré en mi cuarto y cerré la puerta, o al menos eso había pensado. Comencé a ver la revista con más detenimiento y todas las mujeres estaban completamente desnudas; algunas estaban teniendo sexo con hombres en muchas posiciones.
Me saqué el pene y empecé a tocarme; sentía la necesidad de masturbarme; ya muchas veces lo había hecho mientras estaba solo, pero nunca viendo una revista. Estaba concentrado al punto que no escuché sonar la puerta de sala; era mi madre. Ella al parecer me llamó y, al no contestar, vino a mi cuarto y, como no había cerrado bien la puerta, ella ingresó y justamente me vio masturbándome; tenía el pene en la mano.
—¿Qué estás haciendo, Luisito?
—Mamá, ¿por qué entras así sin avisar?
—No me desvíes la pregunta; además, te llamé y no me respondiste, ¡¡¡por eso vine a buscarte!!!
—Mamá, ehhhhh, discúlpame...
—Hijo, no tienes por qué disculparte, eso es algo normal y explorar tu cuerpo no es cosa de otro mundo. ¿Pero de dónde sacaste esa revista?
—La tomé de la casa de tía Karla, del cuarto de Sebastián.
Mi madre se sentó a la par mía y tomó la revista en sus manos; miraba fijamente una de las páginas y había una mujer siendo penetrada por un hombre de color; él tenía un enorme pene y al parecer terminaba dentro de ella, pues salía mucho semen. Se podía ver en los ojos de mi madre curiosidad; la veía con mucho detenimiento.
—Bueno, hijo, no estoy segura si es la primera vez que lo haces, pero te voy a dejar solo para que termines. Así que me retiró.
Mi madre puso la revista nuevamente en la cama, se levantó y se dirigió hacia la puerta; me volteó a ver y lanzó una breve sonrisa. Yo estaba sumamente avergonzado y nervioso; no sabía cómo le iba a dar la cara de nuevo a mi madre después de ese bochorno. De la misma vergüenza no me pude concentrar y no pude terminar de masturbarme, así que me quedé recostado un rato en la cama y me dormí.
Al día siguiente hice como que nada había pasado, me levanté y me fui a bañar para ir a la casa de mi tía; tenía que devolver la revista que había tomado sin permiso. Fui y la dejé; mi primo no se dio cuenta de que la había tomado, ya que no me dijo nada; pronto después me devolví a mi casa.
Al llegar a la casa, fui directo a la cocina a comer algo, y allí estaba mi madre; traté de no verla a la cara; todavía sentía pena.
—¿Quieres algo de comer, Luis, quieres que te prepare algo?
—Está bien, mamá, solo venía por cereal.
Tomé el cereal y me dirigí nuevamente al cuarto a ver la televisión. Al rato pude escuchar a mi madre que había entrado al baño; como siempre, sentía ese impulso de tratar de verla desnuda y, como no había terminado de masturbarme, el deseo era más grande; sentía que explotaba de ganas de entrar y verla, así que me arriesgué e hice que necesitaba entrar a orinar.
—Madre, ¿puedo pasar al baño? ¿Necesito orinar?
—¡¡¡Está bien, pasa, cielo!!!
Me bajé mi pantaloneta y saqué mi pene; tenía una gran erección y sabía que si hubiera necesitado orinar de verdad, no hubiera podido, ya que estaba muy excitado y mi pene lo tenía muy parado. Así que, como siempre, traté de ver por el medio de la cortina y, para mi suerte, esta vez pude ver a mi madre. Allí estaba ella de espaldas, enjuagando su espalda y mostrando su enorme trasero.
Ella se agachó para limpiar su entrepierna y dejó a mi vista su culo; podía ver claramente su agujero. Yo tragaba grueso por ver semejante espectáculo; no podía quitar la vista de su trasero, tenía una tentación de acercarme y tocarle sus nalgas, pero algo a la vez me detenía.
Ella se volteó bruscamente, dejándome ver sus enormes tetas blancas; tenía un par de pezones rosados y sus aureolas eran pequeñas. Sus tetas estaban muy firmes a pesar de su edad. Mi vista se dirigió posteriormente a su entrepierna; quería ver su panocho y allí estaba. Sin hacer mucho esfuerzo pude ver esa hermosa vagina y, al igual que sus pezones, se veía rosadita y bien depilada.
Para mi desgracia, en ese momento mi madre volteó a ver hacia donde yo estaba y me pilló samuleándola.
—¿¿¿Qué estás haciendo, Luis, qué te pasa??? Dijiste que venías a orinar y ahora me estás viendo desnuda, ¿¿¿qué te sucede???
—No, mamá, no es lo que parece, perdóname, no era mi intención verte desnuda.
—Sal de acá, morboso, inmediatamente.
Salí corriendo del baño a mi cuarto; sentía que se me iba a salir el corazón del pecho del miedo, no sabía lo que iba a pasar; estaba seguro de que mi madre me iba a dar una paliza por el acto que acababa de cometer.
Segundos después escuché el baño abrirse y pasos que se acercaban a mi cuarto; no sabía qué decir si me preguntaba por qué la estaba viendo sin ropa; sabía que no me creería si le decía que había sido un error o que había sido sin querer.
La puerta de mi cuarto se abrió y allí estaba ella, con una bata blanca que apenas la tapaba, viéndome directa a mis ojos. No apartaba la vista de mi cara y yo tampoco lo hacía; no sabía qué más hacer.
—Dime, Luis, ¿qué demonios hacías viendo a tu mamá desnuda? ¿Qué te pasó por la cabeza? ¿Sabes que eso no es para nada normal y nada bueno? ¿Eso es lo que te ha dejado ver esa revista de mujeres desnudas?
—Madre, no fue mi intención; yo sé que no está bien hacerlo, pero es que justamente cuando iba a salir del baño, la cortina se abrió y allí estabas tú desnuda y no pude quitar mi mirada de ti, no lo hice con mala intención, te lo juro.
Mi madre no dejaba de verme directamente a mi cara; yo trataba de sostener la mirada, pero no podía. Ella se acercó a mi cama y se sentó al borde de la cama.
—Mira, hijo, sé que estás creciendo y que estás experimentando cosas nuevas, tienes 14 años y es algo normal a tu edad. La masturbación es algo que todos en algún momento hemos hecho, hasta yo, por eso el día que entré y estabas masturbándote no te dije nada y te dejé para que hicieras lo tuyo en la privacidad de tu habitación. Pero eso, a ver a tu madre desnuda, es algo muy muy distinto. ¿Por qué lo hiciste? No creo que solo haya sido coincidencia, ¿por qué no usaste el baño cuando yo todavía no había entrado?
—Mamá, en verdad no lo hice con mala intención; la cortina se abrió cuando tú estabas dentro y, por desgracia, no pude quitar mi mirada.
—¿Y me vas a decir que la erección que tenías fue también por error y que no lo hiciste adrede? Claramente noté que estabas así; fue por verme desnuda. ¿Ahora qué tienes que decir?
—Mamá, de verdad perdón, sí se me paró el pene por verte desnuda, pero no fue algo voluntario, no tuve control y sucedió sin pensarlo.
Mi madre volteó a ver la sábana que cubría mi entrepierna y estaba claro que aún estaba templado, pues se dibujaba mi pene, el cual estaba erecto.
—Hijo, como te dije, es algo normal la masturbación, no es malo practicarla. Así que te voy a dejar solo para que puedas hacer lo tuyo con tu revista.
—No, madre, tuve que devolverle la revista a Sebas, ¿sabes? Es que la había tomado sin permiso de él.
—Uhhhh, qué mal, ahora sí estamos jodidos, hijo, ¡¡¡o más bien tú!!!
Mi madre se quedó un rato pensativa, tomó su celular y...
—Mira, te voy a prestar mi celular solo un rato, no sé si estará bien que lo haga... Te voy a poner una película para que la veas y puedas terminar de, ya sabes... Puede ser peligroso que te quedes así con esa erección.
Ella se acercó hasta donde estaba; estaba buscando algo en su celular, supongo que era el video que me había dicho; podía ver muchas imágenes de mujeres sin ropa, eran videos de mujeres y hombres teniendo sexo... Estaba buscando a la par mía, hasta que en un momento vi uno interesante y le dije:
—¡¡¡Ese, mamá, ese se ve bien!!!
Yo estaba desesperado y sabía que sí ocupaba ir a sobármela... Ella me volteó a ver y sus ojos se abrieron sorprendida; yo no sabía lo que pasaba.
—¿Cómo dices? ¿Por qué dices que este video, ya viste de qué se trata o al menos viste el título?
—No, mamá, no vi cómo se llama y no sé de qué trata, pero se ve interesante; la mujer se me ve muy bella y parece que el que está con ella es como de mi edad y también está disfrutando...
—¿Sabes lo que es el incesto?
—No, mamá, no lo sé, ¿qué es?
- El incesto es cuando se practica el sexo entre personas muy allegadas, o sea, familiares muy, muy cercanos. Por ejemplo, este video; ella es la madre y él es el hijo...
Yo me quedé con la boca abierta, no sabía ni qué decir, no sabía que sí existían esas prácticas... Volteo a ver a mi madre y me miró y su rostro se puso rojo y quitó su mirada.
—¿Pero no importa si veo este video, mamá?
- Como? No sé si será bueno que veas eso, Luis, no creo que sea bueno...
—Mamá, no le veo nada de malo, además es solo un video...
—Como te dije, no creo que sea buena idea; aparte, mira lo que pasó en el baño contigo, pero si es el que quieres ver, dejaré que lo veas...
Ella puso el video y me dio el celular. Apenas empezando el video se veía un muchacho de más o menos mi edad y una mujer poco mayor que mi madre, ella le estaba palpando el pené al muchacho. Yo creía que mi madre se iba a levantar y retirarse, pero parece que estaba interesada en el video. Ella me miró, se puso roja de vergüenza e hizo a levantarse.
—Perdón, hijo, ya te voy a dejar solo; eso sí, nada de manchar mi celular, jjj.
—Mamá, pero si quieres verlo conmigo, tranquila, no tienes por qué irte.
—No, ¿cómo se te ocurre? El video es para que te puedas masturbar y terminar... nada hago yo acá.
—Pero, mamá, quédate, no le veo nada de malo; si no, me masturbo después cuando ya no estés acá, y me gustaría que lo veas conmigo y que me expliques una duda del video; no tienes por qué sentir vergüenza...
—Hijo, no está para nada bien que ambos veamos algo así; es más, ni tú debieras ver ese tipo de videos. Creo que no es bueno para ti, como te dije, porque lo que pasó en el baño... ¿qué tal si sigues con esas prácticas?
—No, mamá, tú tranquila, que ya aprendí la lección, ¡¡¡ya no entraré al baño cuando tú estés dentro!!! No le veo nada de malo a la película, es como si fuera una revista...
—Bueno, está bien, veré contigo ese video, pero solo ese... Una vez que termine, me iré de acá y te dejaré para que puedas terminar.
—Está bien, madre, así será, lo que tú digas...
Yo tenía el celular en mis manos, mi madre se subió en la cama y se puso a la par mía, puso una cabecera en medio de los dos. Puse la película y mi madre en ocasiones volteaba a ver a otro lado como haciendo que no le interesaba la película, pero era notorio que sí le estaba gustando.
En la película se podía ver cómo el muchacho se ponía en el medio de las piernas de la madre y le chupaba su panocho; los quejidos eran muy fuertes. Mi madre se movía a veces; creo que era porque estaba sintiendo excitación y no quería que se le notara, pero estaba haciendo todo lo contrario.
En una otra parte ya del video la madre se ponía de cuclillas y empezaba a masturbar al hijo y se metía el pené en la boca. Yo estaba superexcitado y mi erección iba en crecimiento; disimuladamente metí mi mano debajo de la sábana y me tocaba el pene. Mi madre lo notó, pero se hizo la que no había visto nada. Ella andaba solo un camisón semitransparente y se notaba a leguas que no andaba brasier. Pude ver que tenías los pezones erectos; parecían dos misiles a punto de salir; era un hecho que ella también estaba excitada.
Miré la cara de mi madre y ella miró la mía, pero rápidamente la quitó y siguió viendo el video. Ahora en el video se podía ver como el hijo de la mujer se colocaba detrás de ella y se la empezaba a meter por su vagina, la mujer se quejaba de una manera deliciosa. Yo podía ver que mi madre movía sus piernas de una posición a otra; era evidente también que ella estaba excitada y trataba de que no se notara. Yo la seguía mirando a su rostro.
—¿Qué te pasa, Luis, por qué me miras así? ¿Quieres que me vaya para que te puedas masturbar ya?
—No, madre, no pasa nada y quiero que te quedes. ¿Te puedo pedir algo?
Mi madre me volteó a ver, directamente a mis ojos.
—Dime, ¿qué ocupas?
—¿Te puedo tomar de la mano, mamá?
—¿Por qué quieres tomarme de la mano?
—¡¡¡Solo quiero sentir tu mano, madre!!!
Ella acercó su mano a mí, solo que yo tenía ambas manos debajo de la sábana, así que las llevé allí... Ella metió su mano despacio; creo que pensó que la llevaría a mi pene; no sé por qué me pasó eso por la cabeza, pero creo que ella lo pensó.
Ya debajo, su mano la puse en mi pierna; sentía la mano de mi madre caliente, lo que hacía que me excitara más. Yo seguía viendo el rostro de mi mamá para ver cuál sería su reacción, pero lo que ella hacía era mirarme y voltear hacia otro lado. Estoy seguro de que ella sabía que yo estaba con una erección terrible y que cuando puso su mano en mi pierna fue peor.
Ahora en la película, la madre del joven estaba gimiendo; era notorio que estaba teniendo un orgasmo. Pude ver cómo mi madre tragaba grueso y seguía con sus movimientos de pies. Fue allí donde hice una jugada sin pensarlo; tomé la mano de mi madre y la puse en mi pene...
—¿¿¿Qué estás haciendo, Luis, qué te sucede, estás loco???
Sus ojos se abrieron de par en par; aun así, ella no hizo esfuerzo por sacar su mano debajo de la sábana, pero no apartaba sus ojos de los míos.
—Mamá, quiero sentir tus manos allí, porfa, no la quites...
—Hijo, te dije que esto no está para nada bien, esto no está bien...
—Tranquila, mamá, hagamos de cuenta que yo soy el muchacho del video y tú la mamá de él, ¿qué te parece?
—No, hijo, ya no, creo que esto ya no está bien...
Me acerqué a ella y busqué su boca y le planté un beso; ella solo me miró. Esta vez me levanté de donde estaba y me acerqué aún más a su boca y le di otro beso, pero este más fuerte y tomando su cabeza para que no se alejara. Ella cerró sus ojos y se dejó llevar, juntó sus labios a los míos, nos dimos un beso como si fuéramos más que una madre con su hijo; yo saboreaba sus labios e hice algo que solo en películas había visto, metí mi lengua dentro de su boca y pude escuchar cómo su respiración cambió. Ella no hacía esfuerzo por alejarse; por el contrario, se acercaba a mi boca y también me daba a probar su lengua.
Aproveché y me levanté un poco más hasta ponerme encima de ella y junté mis manos con las de ella; nos besábamos apasionadamente. Mis labios empezaron a bajar poco a poco hasta llegar a su cuello; pasaba mi lengua por todo su cuello y esa se contorsionaba. Se podían escuchar ligeros gemidos. Bajé un poco más hasta llegar hasta sus pechos, corrí un poco la parte del camisón que andaba puesta y quedaron allí frente a mí sus dos enormes tetas. Las empecé a chupar, le daba leves mordiscos torpemente en sus pezones y ella abría su boca; sus ojos permanecían cerrados, lo estaba disfrutando tal vez más o igual que yo...
No quería soltar sus tetas para nada; mi lengua jugaba con sus pezones. Quería seguir más abajo, así que seguí deslizando hacia abajo hasta que llegué donde terminaba su camisón, y allí tenía frente a mí su vagina; no andaba ropa interior; no me hubiera pasado por la cabeza que mi madre estaba en mi cama sin ropa interior.
Cuando miré aquella vagina rosadita, hundí mi cara en ella, metí mi lengua lo más que pude y escuchaba a mi mamá quejarse; lo estaba disfrutando... Ella me tomó de la cabeza y empujaba con fuerza hacia su vagina; no quería que quitara mi lengua de allí... Yo metía mi lengua en su clítoris y tragaba sus fluidos; así mismo metía mis dedos dentro de su panocha; lo tenía todo caliente y olía delicioso; era un olor que nunca había olido.
Mi madre me miró y se levantó un poco e hizo que me acostara en la cama. Ella me bajó mi bóxer y sacó mi pene; inmediatamente lo engulló por completo. Me estaba dando sexo oral; jamás creí que se sintiera tan bien...
Mi madre se levantó nuevamente y me dijo:
—Te gusta, te gusta, hijo, espero que sí... Te voy a hacer sentir algo que nunca has sentido en tu vida, mi amor... Hoy serás un hombre de verdad, tú lo querías y ahora lo tendrás...
—Claro que me gusta, mamá, me encanta y sé que todo lo que me hagas me va a gustar...
Ella se acomodó encima de mí, tomó mi pene con su mano y de a poco lo fue metiendo en su vagina. Ella mantenía sus ojos cerrados y, una vez que entró por completo en su vagina, pude ver cómo abrió su boca; no era de dolor, era de excitación. Yo sentía mi pene caliente; se sentía sumamente rico. Ella comenzó a moverse cada vez más y más rápido, sus quejidos empezaron a aparecer, ella incrustaba sus uñas en mi pecho; lo estaba disfrutando y yo más.
Ella acercó su rostro al mío y nos volvimos a besar; ya no éramos madre e hijo, éramos una pareja disfrutando del sexo. No pasó mucho rato cuando pude escuchar a mi madre teniendo un orgasmo; era algo sumamente excitante. Sentía por mis piernas caer un líquido caliente.
—Sigue, hijo, sigue, no pares, sigue... ahhhh, ahhh, uhhhhh, qué ricooooo, me voy a regar de nuevo, más rápido, ugggghhhh, síiiiiiii...
Mi madre había tenido su segundo orgasmo seguido; yo creía que debía ser normal, pero no sabía que eso era un muy buen trabajo lo que estaba haciendo y que de verdad ella lo estaba disfrutando...
—Ahora sigues tú, mi amor, haré que te riegues... Eso sí, no te vayas a regar dentro de mí porque me puedes dejar embarazada; ¡¡¡me avisas cuando estés a punto para quitarme, hijo!!!
—Está bien, mamá, yo te aviso cuando esté cerca de regarme.
Y así fue, mi madre seguía encima de mí y se movía despacio y rápido a veces; yo estaba a punto de explotar.
—Mamá, ya, ya me voy a regar...
Ella se bajó de encima, se puso de cuclillas y tomó mi pene con una mano mientras que lo metía en su boca, subía y bajaba... Primero iba lento y poco a poco subía el ritmo. Podía ver y sentir su lengua jugar con la parte más baja de mi pene y eso hacía que estuviera a punto de explotar.
—Sigue, mamá, sigue, ya no aguanto más... por favor, sigueeeee...
Y de verdad, no aguanté más y exploté en su boca; sentía chorros de semen que salían y aun así mi madre no soltaba mi pene y no dejaba caer una sola gota de leche... La estaba disfrutando.
Una vez que dejé de eyacular, miré a la cara de mi mamá y estaba sonriendo y de su boca quiso salir un poco de semen, pero con sus dedos lo volvió a meter a su boca y lo saboreaba. Era como si nunca hubiera probado semen en su vida.
—Gracias, hijo, esto jamás me lo hubiera imaginado, jamás pensé que esto se pudiera sentir también; la verdad, el incesto no está tan malo después de todo, jejeje. ¿Y a ti te gustó, hijo?
—Claro que sí, mamá, me encantó... ¿Y dime, puedes repetirlo otra vez?
—Cuantas veces quieras, hijo, cuantas veces quieras... ya no tendrás que masturbarte tú solo, jjjjj. Eso sí, hijo, esto no se lo puedes decir a nadie, ABSOLUTAMENTE A NADIE...
Le tomé la palabra a mi mamá; yo sentía que todavía faltaba más, sentía la necesidad de volverla a poseer, así que me acerqué a ella, que estaba al borde de la cama. Creo que pensó que solo me iba a recostar a su lado, pero lo que no se imaginaba es que la sesión de sexo seguiría.
Me puse al frente de él y tomé sus piernas y las pasé por encima de mis hombros...
—¿Qué haces, hijo?
—Mamá, me dijiste que cuando quisiera y ahora quiero de nuevo, te la quiero meter de nuevo...
Y de un solo golpe se la ensarté; ella pegó un grito... no sé si de dolor o de gusto... Las ensartadas iban en aumento; sus ojos se abrían como con ganas de decirme algo, pero de su boca no salía una sola palabra, sino solo gemidos. No pasó mucho rato cuando sentí que ella tenía otro orgasmo; esta vez se movía bruscamente, era un orgasmo diferente a los que había tenido y yo lo estaba sintiendo.
—No pares, no pares, dame más duro, hijo...
Yo le daba lo que pedía, sentía cómo mis testículos rebotaban en ella... De su vagina salía una cantidad exagerada de líquidos; parecía que había tenido lo que conocen como "squirt". Su respiración parecía que se había detenido, pero aun así seguía jadeando. Fue allí donde no aguanté más y me regué dentro de ella... Ella, al sentir que me regaba en su interior, me tomó con fuerza de mis brazos para que me quitara...
—¿Qué hiciste? Te dije que no te regaras dentro de mí, estás loco, ¿qué tal que quede embarazada de ti...?
—Lo siento, mamá, esta vez no pude contenerme, no pude sacarla a tiempo... Lo siento, mamá...
—Bueno, ya qué se le va a hacer, pero no debiste hacerlo; espero que no pase nada malo...
Quedé rendido encima de ella, me abrazó y nuevamente nos besamos; pude ver en su rostro un poco de preocupación, pero también había una risa maliciosa y pícara.
—¿Lo disfrutaste, mi vida?
—Sí, mamá, lo disfruté, y lo seguiré haciendo todos los días contigo y en todo lado; no me importa si hay gente cerca de nosotros o no, que nos vean disfrutando (y así fue, pronto les contaré qué pasó en uno de tantos encuentros). Voy a tener sexo contigo siempre...
—Jajaja, estás loquito, mi bebe, me alegra que te haya gustado, a mí me encantó... pero ya te dije, nadie debe enterarse de esto, no lo olvides.
Yo continuaba encima de mi mamá, y una vez más se me paró el pene y sentía la necesidad de volverla a penetrar, así que tenía que aprovechar. Volví a incorporarme, tomé sus piernas y las volví a subir sobre mis hombros, miré a mi madre y estaba sorprendida.
—Otra vez, hijo, ¿me vas a matar? ¿Ya no tengo fuerzas?
Pero esta vez sería algo diferente y mi madre no lo sabía; esta vez quería metérselo por el culo, así que esto iba a ser un combo completo. Podía ver claramente su culo; se veía cerradito, pero no dejaría que eso me permitiera poseerla. Me eché un poco de saliva en mi pene sin que ella lo notara porque he escuchado que a muchas mujeres no les gusta por allí...
Hice como que se lo metía en su panocho, baje mi pené un poco y de un solo golpe se lo metí a mi madre por su culo, ella pego un gran grito e intento quitarse pero en la posición en que la tenía no podía. Ella me miraba con ojos de desesperación y dolor, tenía su boca completamente abierta, pero solo se escuchaba un ligero sonido de dolor...
—No, hijo, no hagas eso, me duele mucho, por favor, sácalo, sácalo ya... me estás lastimando mucho...
En lugar de sacarlo, seguí metiendo mi pene en su culito, cada vez con más velocidad y fuerza... Pude ver cómo cambiaba el rostro de mamá; ya no había dolor; por el contrario, podía escuchar cómo se quejaba, pero de gusto... Sus piernas ya no estaban tensas; ahora estaban abiertas de par en par para mí...
Ella tenía sus ojos cerrados; poco después los abrió y tenía algunas lágrimas; creo que era porque la había lastimado... pero yo no dejaría que eso me limitara; la seguía culiando. Los gestos en su rostro de dolor y excitación provocaban en mí las ganas de eyacular de nuevo. La saqué de su culo y se la metí por su vagina; no me importaba lo que había dicho, que no me regara adentro, y nuevamente le llené su panocho de semen...
—Pero sí que eres terco, te dije que dentro de mí no te regaras... ¿Qué tal que me dejes embarazada? Mira cómo estoy, estoy chorreando leche... Creo que si lo vamos a seguir haciendo, tendré que conseguir preservativos; es lo mejor.
—Está bien, mamá, como tú quieras, mientras me dejes hacerlo contigo, no importa cómo...
Esta vez me recosté a su lado; ahora sí estaba cansado, al igual que ella. Nos abrazamos y nos quedamos dormidos.
Esa fue la primera vez que estuve con mi madre, una de tantas, y no sabía que ella, al estar tanto tiempo sin hombre, lo estaba disfrutando tanto como yo.
Hasta acá les contaré, pero más adelante les narrare algo que paso y por lo que mi madre casi me mata, pero que cambió aún más nuestra relación y nos unió aún más.
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